Reproduccion solicitada.
Publicada originalmente julio 30 2010
Rita le había repetido en múltiples ocasiones a su novio Santiago que 
sea directo, que si llegaba el día en que el consideraba no existía mas 
amor se lo diga, que vaya directo a ella, que sea digno, noble, sincero,
 de frente, que no opte por la búsqueda de faldas ajenas fuera de la 
relación, que ella no tenga que enterarse de esa forma. El desenlace 
seria diferente así, el dolor seria leve y no tan impactante.
Llego
 el día, Santiago, de manera directa y con educación le informo a Rita 
que era mejor cerrar la relación sentimental, que antes de pecar con una
 posible tercera, mejor tener dignidad y dar finalizada la historia 
entre ambos...fue terrible, los decibelios en los gritos de la mujer 
fueron aterradores; revistas, platos, vasos y hasta monitores de tv 
volaron por el espacio que ocupaban ambos, destrucción total de cada 
pieza física que habitaba la habitación de la revelación.
Han pasado 
ya casi 3 años desde aquel día y Rita sigue sin darle cara a su ex, lo 
odia y considera que fue un sucio desleal. Tanto le pidió que le sea 
sincero y diga las cosas como son, pero igual no sirvió, el choque con 
la realidad, difícil de aceptar, tuvo un resultado espeluznante.
Este
 mini capitulo de la vida diaria llega a ustedes con la única intención 
de buscar un símil con las reacciones que generan en nosotros opiniones 
vertidas
 por personajes mucho mas publicos que cualquier terrícola, declaraciones sinceras, pero no aceptadas, mas o menos como Rita.
Llegaremos
 a los 90 años y seguramente seguiremos escuchando la famosa leyenda 
sobre el criterio de Julio Iglesias sobre las bondades de la mujer 
ecuatoriana.
El cantante español fue a un sector bastante marginal de
 Guayaquil a brindar un recital, al parecer, y por mas que trato, cada 
vez que pegaba su respectiva inspección del personal femenino que acudió
 al show, no encontró material que copara sus expectativas.
De ahí 
que nació la leyenda sobre el criterio de Julio Iglesias y su opinión 
sobre lo que el consideraba eran todas las mujeres ecuatorianas. Yo 
nunca lo oí, pero Iglesias habría dicho que la mujer ecuatoriana era 
fea.
Aquí vale la pena analizar dos aspectos
1) No debió generalizar y dar una sentencia final por lo que vio esa tarde o noche.
2)
 Es completamente posible que el lugar donde acudió, no tenia una buena 
representante del sexo femenino ecuatoriano, se puede dar en cualquier 
parte del mundo, que en una reunión masiva, tengamos una buena colección
 de feas o feos, o no? o creen que el decirlo pueda generar una 
hemorragia en nuestros oídos?
Por la declaración, Julio Iglesias 
se convirtió en una especie de ser rechazado, una leyenda urbana de mala
 educación, el hecho servía para tener una buena causa para censurarlo y
 odiarlo.
La misma prensa que se mata pidiendo libertad de expresión, lo condeno por aplicar su propia.
Hace
 poco volvió a cantar en Ecuador, el salón del show se lleno, se lo 
recordaron, pero Iglesias, algo confundido, se rió, canto y volvió 
conquistar a quienes habían ido a aplaudirlo esa noche.
Algunos 
años después, ya con una crecimiento interesante de medios de 
comunicacion en el Ecuador, cerca del nuevo siglo, un club de fútbol 
local, rompió el mercado de manera salvaje y pago $1 millón por un 
jugador.
Walter Reynaldo Pico llego al Ecuador en 1994, traía, además
 de una frondosa melena y cartel de buen fútbol, un problema emocional 
que lo perturbaba con fortaleza.
Como parte de una resolucion, la
 esposa de Pico tenia la obligación de viajar una vez por mes a 
Argentina, tenia que encontrarse con su ex esposo por asuntos legales de
 visitas a hijos. A Pico esto lo desarticulo, la mujer, una guapa y 
seductora argentina, no despertaba la confianza del jugador cada vez que
 viajaba a Argentina.
Entre viajes, mal rendimiento y pobre nivel de adaptación al país, Pico se marcho.
Una
 de sus primeras conclusiones sobre Ecuador hacia referencia a la 
excesiva basura que había en Guayaquil y otra observacion apunto a la 
belleza de la mujer guayaquileña. Según el, nunca la encontró.
Otro
 caso para la censura total; se lo cuestiono, condeno, critico; que  el 
contenido de sus palabras había ofendido a la patria.
Los años lo 
trajeron de vuelta al país, vino como asistente técnico de Ramón 
Bernuncio en el Barcelona del 2007. Cuando volvió a pisar territorio 
ecuatoriano, las primeras preguntas que le formularon no tenían 
absolutamente nada que ver con fútbol. Todos le hablaban, cuestionaban y
 preguntaban sobre su apreciación de hace algunos años. Pico lo negó y 
ofreció disculpas si se había dado una confusión o malentendido, todo 
por supuestamente hablar de la basura que abundaba en Guayaquil por 
aquellos años y además por no haberse enamorado de las ecuatorianas.
Lo
 he repetido una y otra vez como el cuento del perro arrepentido del 
chavo del ocho, tenemos una desmedida fascinacion a escuchar lo que 
queremos escuchar, que brinde masajes a nuestros oídos y no la opinión 
sincera, real y que muchas veces, desafortunadamente nos duele de manera
 radical.
Abundaran quienes digan que hay "formas" de decir las 
cosas, que se puede ser directo sin ofender, que una cosa es ser de 
frente y otra grosero.
Sabios debemos ser para diferenciar lo uno de lo otro no?
Es verdad que choca, que te duele, que sientes vergüenza cuando lo tuyo es desvirtuado o recibe poco merito.
Lo
 único que expongo es que muchas veces pedimos sinceridad, libertad de 
expresión y cuando la recibimos, nos sentimos ofendidos.
El caso 
de Cristian Menendez es diferente, el argentino tiene una visión algo 
racista de los bolivianos y ecuatorianos, lo publico en una red social 
personal(el niega ser responsable del contenido del escrito), queda como
 arrogante al creer que su raza o nacionalidad es superior. El juicio 
final de su conducta se lo hará la misma gente, y creanme no lo 
perdonaran.
La diferencia que expongo, es que una cosa es que te 
digan algo directamente ofensivo y otra es dar una opinión que pueda ser
 dolorosa para el receptor.
Como comunicadores profesionales estamos en la obligación de saber reconocer la diferencia entre ambas.