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MIAMI -- Por casi dos años, la vida de Giovanni Lapentti recorrió un camino distinto. Una etapa dominada por la incertidumbre profesional, donde la palabra retiro asomaba casi por inercia. En octubre de 2011, tras su segunda operación de rodilla en tres meses, le dijeron que no podría volver a competir. La zona afectada suponía un daño irreparable para el alto rendimiento y el final parecía escrito. Pero la historia tendrá un capítulo más. Apoyado en una fuerte motivación familiar y habiendo implementado una progresiva preparación física en Miami (donde reside), el ecuatoriano decidió darse una nueva chance, a los 30 años: retornó en julio, en el Challenger de Medellín, y esta semana consiguió su primer triunfo, en un Future de su país. "Ya estar de nuevo en una cancha para mí es una victoria", ilustró en charla conESPNtenis.com.
Giovanni (110° en 2005) había dejado de jugar en julio de 2011, obligado a pasar por el quirófano en medio de una temporada que lo había visto estabilizarse nuevamente dentro del Top 200 y ganar su décimo título Challenger: "Era una operación bastante sencilla y todo salió bien. Pero dos meses después, cuando la rodilla recién estaba comenzando a rehabilitarse, me volví a lesionar y con eso todo lo que me habían arreglado se rompió".
El contexto en que se originó esa segunda complicación parece cruel: Giovanni estaba en Ecuador, de visita para la exhibición que su hermano Nicolás iba a protagonizar con Pete Sampras. Pero subiendo unas escaleras del complejo se tropezó y dejó sin efecto lo trabajado en la zona. "Yo todavía no tenía movilidad completa en la rodilla, ni fuerza-recuerda-. Pero lo peor es que tuve que esperar como un mes para operarme, porque yo me casaba a las dos semanas; y la verdad es que estuve todo ese tiempo con la rodilla casi colgando porque prácticamente se me había roto todo el tendón del cuádriceps. Esa cirugía fue muy delicada y me dijeron que no podría jugar al tenis nuevamente, que nadie había vuelto de una operación como esa. Fue muy duro, yo ese año sentía que estaba jugando mi mejor tenis, había arrancado muy bien, no defendía nada de puntos... pero bueno, me tuve que ir haciendo un poco la idea de que capaz ya era el final".
Giovanni (110° en 2005) había dejado de jugar en julio de 2011, obligado a pasar por el quirófano en medio de una temporada que lo había visto estabilizarse nuevamente dentro del Top 200 y ganar su décimo título Challenger: "Era una operación bastante sencilla y todo salió bien. Pero dos meses después, cuando la rodilla recién estaba comenzando a rehabilitarse, me volví a lesionar y con eso todo lo que me habían arreglado se rompió".
El contexto en que se originó esa segunda complicación parece cruel: Giovanni estaba en Ecuador, de visita para la exhibición que su hermano Nicolás iba a protagonizar con Pete Sampras. Pero subiendo unas escaleras del complejo se tropezó y dejó sin efecto lo trabajado en la zona. "Yo todavía no tenía movilidad completa en la rodilla, ni fuerza-recuerda-. Pero lo peor es que tuve que esperar como un mes para operarme, porque yo me casaba a las dos semanas; y la verdad es que estuve todo ese tiempo con la rodilla casi colgando porque prácticamente se me había roto todo el tendón del cuádriceps. Esa cirugía fue muy delicada y me dijeron que no podría jugar al tenis nuevamente, que nadie había vuelto de una operación como esa. Fue muy duro, yo ese año sentía que estaba jugando mi mejor tenis, había arrancado muy bien, no defendía nada de puntos... pero bueno, me tuve que ir haciendo un poco la idea de que capaz ya era el final".
-¿Y cómo se gestó la idea de volver?
-Al tiempo empecé a entrenarme por mi cuenta, sentía que necesitaba hacer ejercicio, pero la rodilla todavía me dolía, así que la fui descansando más aún. Un día mi esposa me preguntó si iba a intentar regresar, le respondí que no y allí me dijo que debería hacerlo, que era mi pasión, que no tenía que rendirme. Que nadie me puede decir lo que no puedo hacer hasta que yo mismo lo comprobara. Y la verdad es que me fue motivando, fue haciendo que me volviera el instinto de entrenarme y de ya pensar en algún día volver a jugar. Y luego cuando nació mi hija Giulianna, cada vez que me acordaba del tenis y la tenía a ella en brazos sentía: "No puedo creer que nunca me va a ver jugar... después de pasarme toda la vida en una cancha, que lo más lindo que me dio la vida no me vaya a ver ahí...". Entonces eso también es como que me llegó. Y un día mientras la dormía me salió decirle: "Te prometo que voy a volver". Obvio, ella no entendió nada (risas), tenía meses apenas, pero espero poder cumplirle la promesa.
Cuando Giovanni habla de Giulianna, en la charla surgen un nombre y una historia con similaridades marcadas: Tommy Haas. Es que, tras una larga lista de lesiones, el alemán decidió seguir jugando para que su hija Valentina lo viera en acción. Y hoy se mantiene como uno de los grandes animadores del circuito: "Para mí es una inspiración lo que ha hecho, más habiendo pasado por muchas más cosas que yo, más operaciones, más dificultades... y mira dónde está. La verdad es que lo veo a él y encuentro una gran motivación para volver a jugar a mi más alto nivel".
Lo cierto es que el proceso de recuperación fue muy lento. Casi un año le demoró al ecuatoriano recién empezar a trotar. Luego, vino la puesta a punto desde lo físico: "Tuve que arrancar de cero, es muy difícil agarrar otra vez una base como para enfrentar la competencia". Tras nueve semanas con trabajos de fuerza y adaptación, Giovanni volvió a tomar una raqueta: "Empecé a jugar una hora al día, tres veces por semana, y cuando ya no sentía dolor incrementé las horas en cancha; hasta que una vez dije 'bueno, vamos a jugar un set a ver cómo me siento'. Y fue el set más raro que jugué en mi vida... no me podía mover".
"Después de eso -sigue Giovanni- empezamos a entrenar un par de cosas más [junto al venezolano José de Armas, quien lo acompaño en la pretemporada], la semana siguiente jugué otro set, luego vinieron varios más y entonces sí, sentí que ya era hora de probar. Y se dio la posiblidad de ir a Medellín...".
-¿Y cómo fue volver a jugar por los puntos después de todo este proceso?
-Muy intenso. En lo tenístico, las sensaciones fueron raras, incómodas... pero era algo que me esperaba. Lo importante fue que la rodilla no me dolió en ningún momento y que pude terminar el partido, que se alargó casi dos horas.
-¿En qué notaste esas incomodidades?
-De todo un poco. Velocidad, precisión... me sentía un poco lento de tracción, más que nada al comienzo. No tenía consistencia con los tiros. Tenía games de saque buenos y otros muy malos, en la devolución igual... me costó mucho entrar en ritmo. Pero la verdad yo no iba con ningún tipo de expectativa. Pensaba que iba a perder 6-1 6-1 [fue 6-3 6-4 con Michael Quintero, 398°]. Lo que pasa es que después, como somos los deportistas, enseguida quería ganar y me enojaba fallar tanto. Pero creo que es normal...
La previa de aquella vuelta en Colombia, hace solo tres semanas, incluyó charlas con Nicolás Pereira, Javier Frana (exjugadores, ahora analistas en ESPN), Eduardo Schwank (con quien jugó dobles y que en abril también había hecho su propio regreso al circuito tras seis meses) y Javier Nalbandian (coach del roldanense): "Me sirvió mucho para estar preparado al entrar a la cancha". Pero hubo otra previa, más inmediata y más íntima. Y con una plena carga emocional: "Las 24 horas anteriores el partido estaba muy nervioso, de repente se me caían las lágrimas, no sabía qué hacer... recuerdo que no medí bien los tiempos antes de entrar a la cancha, de ir a calentar, de poner los grips... se me juntó todo. Me sentí como alguien que nunca había competido antes, pero fue una experiencia muy linda.
-Al tiempo empecé a entrenarme por mi cuenta, sentía que necesitaba hacer ejercicio, pero la rodilla todavía me dolía, así que la fui descansando más aún. Un día mi esposa me preguntó si iba a intentar regresar, le respondí que no y allí me dijo que debería hacerlo, que era mi pasión, que no tenía que rendirme. Que nadie me puede decir lo que no puedo hacer hasta que yo mismo lo comprobara. Y la verdad es que me fue motivando, fue haciendo que me volviera el instinto de entrenarme y de ya pensar en algún día volver a jugar. Y luego cuando nació mi hija Giulianna, cada vez que me acordaba del tenis y la tenía a ella en brazos sentía: "No puedo creer que nunca me va a ver jugar... después de pasarme toda la vida en una cancha, que lo más lindo que me dio la vida no me vaya a ver ahí...". Entonces eso también es como que me llegó. Y un día mientras la dormía me salió decirle: "Te prometo que voy a volver". Obvio, ella no entendió nada (risas), tenía meses apenas, pero espero poder cumplirle la promesa.
Cuando Giovanni habla de Giulianna, en la charla surgen un nombre y una historia con similaridades marcadas: Tommy Haas. Es que, tras una larga lista de lesiones, el alemán decidió seguir jugando para que su hija Valentina lo viera en acción. Y hoy se mantiene como uno de los grandes animadores del circuito: "Para mí es una inspiración lo que ha hecho, más habiendo pasado por muchas más cosas que yo, más operaciones, más dificultades... y mira dónde está. La verdad es que lo veo a él y encuentro una gran motivación para volver a jugar a mi más alto nivel".
Lo cierto es que el proceso de recuperación fue muy lento. Casi un año le demoró al ecuatoriano recién empezar a trotar. Luego, vino la puesta a punto desde lo físico: "Tuve que arrancar de cero, es muy difícil agarrar otra vez una base como para enfrentar la competencia". Tras nueve semanas con trabajos de fuerza y adaptación, Giovanni volvió a tomar una raqueta: "Empecé a jugar una hora al día, tres veces por semana, y cuando ya no sentía dolor incrementé las horas en cancha; hasta que una vez dije 'bueno, vamos a jugar un set a ver cómo me siento'. Y fue el set más raro que jugué en mi vida... no me podía mover".
"Después de eso -sigue Giovanni- empezamos a entrenar un par de cosas más [junto al venezolano José de Armas, quien lo acompaño en la pretemporada], la semana siguiente jugué otro set, luego vinieron varios más y entonces sí, sentí que ya era hora de probar. Y se dio la posiblidad de ir a Medellín...".
-¿Y cómo fue volver a jugar por los puntos después de todo este proceso?
-Muy intenso. En lo tenístico, las sensaciones fueron raras, incómodas... pero era algo que me esperaba. Lo importante fue que la rodilla no me dolió en ningún momento y que pude terminar el partido, que se alargó casi dos horas.
-¿En qué notaste esas incomodidades?
-De todo un poco. Velocidad, precisión... me sentía un poco lento de tracción, más que nada al comienzo. No tenía consistencia con los tiros. Tenía games de saque buenos y otros muy malos, en la devolución igual... me costó mucho entrar en ritmo. Pero la verdad yo no iba con ningún tipo de expectativa. Pensaba que iba a perder 6-1 6-1 [fue 6-3 6-4 con Michael Quintero, 398°]. Lo que pasa es que después, como somos los deportistas, enseguida quería ganar y me enojaba fallar tanto. Pero creo que es normal...
La previa de aquella vuelta en Colombia, hace solo tres semanas, incluyó charlas con Nicolás Pereira, Javier Frana (exjugadores, ahora analistas en ESPN), Eduardo Schwank (con quien jugó dobles y que en abril también había hecho su propio regreso al circuito tras seis meses) y Javier Nalbandian (coach del roldanense): "Me sirvió mucho para estar preparado al entrar a la cancha". Pero hubo otra previa, más inmediata y más íntima. Y con una plena carga emocional: "Las 24 horas anteriores el partido estaba muy nervioso, de repente se me caían las lágrimas, no sabía qué hacer... recuerdo que no medí bien los tiempos antes de entrar a la cancha, de ir a calentar, de poner los grips... se me juntó todo. Me sentí como alguien que nunca había competido antes, pero fue una experiencia muy linda.
(Giovanni jugó la primera ronda del qualy del US Open y perdio 4-6 6-7 con Ronny Ginepri, declaro despues del mismo que no sintio dolor en la rodilla)
Allí va Giovanni Lapentti. Partido a partido, con cautela, pero sin pisar el freno. Aprovechando cada nueva chance que le da la profesión y reviviendo experiencias que poco tiempo atrás pensaba extintas. A tono con sus palabras, verlo de nuevo en acción resulta ya premio suficiente a tanta fuerza de voluntad. Pero la vista siempre está más allá: "A esta altura de 2014 me gustaría estar dentro de los 200 mejores. Por lo menos...". Son palabras repletas de potenciales, articuladas por advertencias del estilo "Hay que ver cómo termino el año..." y remarcando que la meta inmediata es recuperar ritmo de juego. Pero después de lo superado, nadie puede ponerle barreras a esa ilusión.
TOMADO DE http://espndeportes.espn.go.com/
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